Claudio Bombarnac (Edicion SHJV) by Jules Verne

Claudio Bombarnac (Edicion SHJV) by Jules Verne

autor:Jules Verne [Verne, Jules]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Aventuras
editor: ePubLibre
publicado: 1891-12-31T16:00:00+00:00


XIV

La tentativa de los rusos en 1870 para abrir una feria en Tachkend, que pudiera rivalizar con la de Nijni-Novgorod, debía tener buen éxito veinte años después. Actualmente es cosa hecha, gracias al establecimiento del Transcaspiano, que une a Samarkanda con Tachkend. Allí no tan sólo acuden en gran número los mercaderes con sus productos, sino también los peregrinos. Cuando los musulmanes puedan ir a la Meca por caminos de hierro, esto será, no ya una procesión, sino un éxodo.

Estamos en Tachkend, y el indicador señala dos horas y media de parada.

Seguramente no tengo tiempo de visitar la ciudad, que bien merece la pena. Sin embargo, he de confesar que los pueblos del Turquestán tienen entre sí muchos puntos de semejanza, y el que ha visto uno puede decir que ha visto todos, a menos que sea preciso descender a los detalles.

Después de haber atravesado una fértil campiña, en que se balancean los elegantes olmos; después de haber cruzado extensos viñedos, adornados de jardines y frutales, el tren se ha detenido en la parte nueva de la ciudad, cosa inevitable después de la conquista rusa. Siempre existen dos villas, en Bukhara como en Merv, en Samarkanda como en Tachkend. Aquí la parte vieja tiene calles tortuosas; casas de barro y arcilla; bazares de mediana apariencia; posadas construidas con adobes sin cocer; algunas mezquitas y escuelas, tan numerosas como si el Zar las hubiera decretado por un ukase, a manera de lo sucedido en Francia. Escuelas no faltan, pero sí escolares.

En cuanto a los habitantes de Tachkend, no difieren gran cosa de los que ya hemos encontrado en las otras regiones del Turquestán. La población se compone de sartos, usbekes, tadjiks, kirghizes, nogais, israelitas, algunos afghanes, y lo que no asombrará a nadie, rusos que están como en su casa. Acaso el núcleo de población, de Tachkend está formado por los judíos, cuya situación ha mejorado notablemente, debido a la influencia de la acción moscovita; de esta época data la plena libertad civil y política de que gozan.

No puedo consagrar más de dos horas a visitar la ciudad, y es lo que he hecho como repórter celoso. Me he paseado por el Gran Bazar, de sencilla construcción de madera, donde se ven amontonadas telas de Oriente, tejidos de seda, vajillas de metal y las más variadas muestras de la producción china, entre otras, porcelanas de rica fabricación. Por las calles véanse algunas mujeres; no hay que decir que aquí no hay esclavas, con gran descontento de los musulmanes. A la sazón la mujer es libre dentro y fuera del hogar. A este propósito, me cuenta el Mayor Noltitz lo que decía un viejo turcomano: «Desde el momento en que va usted a pegar a su mujer y ésta le amenaza con el Zar, concluye el poder marital; es la destrucción del matrimonio».



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